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miércoles, 29 de octubre de 2014

MI ÚLTIMA CARTA




MI ÚLTIMA CARTA, acerté leer en un viejo cuaderno cubierto de polvo y telarañas, la tarde que me armé de valor para entrar al desván y poner un poco de orden entre todos los trastos que se acumulaban, recuerdos y descuidos de, imagino varios de los inquilinos que habían habitado anteriormente la casa.

Decidí empezar por uno de los extremos del destartalado cuarto, sufriendo el bochornoso y denso aire que se respiraba bajo un techo de madera carcomida, cuando a la altura de mi cabeza descubrí un hueco entre la pared y una de las bigas del tejado y allí, como camuflado entre cientos de cosas estaba el cuaderno, algo me empujó a interesarme por él, quedaban los restos de decenas de páginas arrancadas y en la primera hoja entera, escrito con una delicada y redondeada letra, en mayúsculas: MI ÚLTIMA CARTA.

Creo que me olvidé por completo de lo que allí había ido a hacer y me senté en el suelo, curiosa, a leer lo que venía a continuación:

"Estoy convencida que esta será mi última oportunidad para que alguien sepa qué fue de mi, aunque nadie acierte adivinar quien soy en realidad, seguramente eso ya de nada importe." 

Las dos primera líneas me cautivaron y, aún sabiendo que quizás invadía la intimidad de aquella mujer, no pude evitar proseguir con la lectura, autoconvenciéndome de que si ahora ésta era mi casa y alguien había olvidado sus cosas allí, en cierto modo me pertenecían.

"Sé que será inevitable que esto suceda una y otra vez, hasta el fin de la existencia del hombre, y de la mujer, pero aún así me gustaría que las muchachitas de mi país, y de tantos otros, conocieran mi historia y no cometieran el mismo error que cometí siendo tan solo una niña. Posiblemente de nada sirva éste, que me temo será mi último escrito. Quizás algunas estamos predestinadas a vivir semejante infierno... al fin y al cabo, me siento una estúpida, pues no es de hoy que descubrí a quién le confié mi vida y, lo que es peor, la vida de mis pequeños. Estoy abatida pero sobretodo, furiosa conmigo misma.
Recuerdo como si fuera ayer, la primera vez que apareció con su lujoso carro en la escuela, era como los galanes de las novelas, guapo, fuerte, tan elegante... tal vez el único pasaje hacia una vida mejor, pensé. Mi papá abandonó a mi mamá poco después de mi quinto cumpleaños y los pocos ingresos de mamá no alcanzaban para casi nada... solíamos compartir un pedazo de pan con mis hermanos para no irnos a la cama sin probar bocado. Cuando empecé a ir al liceo, vi una salida acompañando a algunos señores a fiestas y dejando que me hicieran algunas cosas de las que hoy no se si me avergüenzo, aunque si me producen lástima pues pronto, supe que no me gustaba hacer eso que a menudo se convertía en nuestro único modo de subsistencia.
El señor Conde venía a la escuela todos los viernes, solía aparecer con su chofer y marchaba con un par de chicas de cursos superiores. Se rumoreaba sobre las intenciones del señor pero yo no hacía caso a habladurías, a mi me parecía un caballero y las muchachas parecían contentas, el señor Conde les había comprado vestidos, zapatos nuevos e incluso alguna joya muy brillante!
El día que me recogió cuando volvía a casa pensé que por fin me tocaba a mí y supe que aquel día cambiaría mi vida. Era tan apuesto de cerca... A partir de entonces me acompañó a casa todos los días, me hacía regalos, me traía flores e, inevitablemente, a mis tiernos dieciséis me enamoré de él, veinte años mayor que yo."

La lectura me tenía cada vez más atrapada, como en una novela de las buenas. La luz era cada vez más tenue y caí en la cuenta de que debía bajar a la casa con mi familia. Guardé el cuaderno, envuelto en un pedazo de trapo y volví a guardarlo bajo la misma biga en la que lo encontré.

Al día siguiente, y durante todas las tardes de aquella semana, volví al desván como si de una cita con aquella misteriosa mujer se tratara. 

" A principios de verano, un mes después de que cruzáramos las primeras palabras me propuso irme con él a los Estados Unidos, pues tenía unos negocios y me aseguró que allí podríamos construir una vida juntos, lejos de habladurías y donde me prometió darme todo lo que deseara. No negaré que no dudé más que unos minutos por la tristeza de abandonar mi familia pero la juventud y el deseo de pasar cada segundo a su lado, colmada de amor y caprichos me empujaron, visto desde la madurez de hoy, a cometer el mayor error de mi vida.
A la llegada al nuevo continente, pronto las cosas dejaron de ser exactamente como las imaginé pero me repetía, para aliviar mi tristeza, que estaba ocupado y que hacía lo que podía... Me castigaría a mi misma, por ilusa, cada vez que recuerdo el día que bajé al salón y le encontré casi en cueros y embriagado , tomando vino con dos jóvenes americanas. Aquella noche, preparé de nuevo mi maleta dispuesta a regresar de vuelta a casa sin saber cómo, sin un centavo en el bolsillo pero me detuvo, me pidió mil veces perdón y me propuso matrimonio. Le creí como una tonta y acepté.
Durante unos meses volvió a ser el señor Conde que me robó el sueño durante tantas madrugadas e hizo realidad mi particular cuento de hadas. Puso a mi disposición maestros y asesores para, según él, convertirme en una dama. Realmente, aquel tiempo creí que todo había cambiado, viajes, joyas, fiestas y lujos me alejaron día a día de la realidad, hasta que una madrugada, durante las vacaciones del 86, mientras dormíamos en un precioso velero que recién había comprado, la policía irrumpió, registraron cada rincón del barco y enmanillados, nos montaron en distintos coches. Pasé unas horas horribles, en la comisaría, sin tener ni idea de lo que estaba pasando y, en la misma ignorancia viví durante mucho tiempo, pues tras unas horas retenida, Manuel, el chófer, visiblemente desaliñado y con barba de varios días, vino a buscarme, me acompañó al aeropuerto y entregándome un pasaje de ida, me ordenó que volviera a casa con mi familia y me recomendó que no hablara con nadie de lo que había pasado ni dónde había estado.
Pasaron dos años hasta que no volví a saber de mi, casi desconocido marido. Dos años en los que recordé qué era vivir, volví a cantar por las mañanas, a respirar el cálido soplido de la brisa de mi pueblo , volví a ser dueña de mis decisiones, volví a la libertad, una libertad sencilla, sin lujos pero mía. El reencuentro con mis hermanos y mi mamá, conocer a mis sobrinos, fue el regalo más grande que me habían hecho en mucho tiempo. Una noche, andaba sola por la avenida principal cuando un  carro con vidrios ahumados paró a mi lado, se abrió la puerta y allí estaba de nuevo el hombre con el que me casé! Recuerdo como el corazón me dio un brinco, confundido entre la sorpresa y el miedo. Me había hecho la idea de no volver a verlo, de seguir con mi humilde y tranquila vida pero, al cruzarse mi mirada con la suya supe, a pesar de todo, de sus turbios negocios, de mi desconocimiento... que seguía amándolo, que algo me unía a él y no podía dejarlo marchar.
Volvimos a los Estados Unidos, a otro condado, a una casa algo más modesta pero de nuevo juntos. Nueve meses después nació mi hijo mayor. Poco a poco Ignacio creó un nuevo imperio y yo, centrada en mi pequeño, me hice como si nada supiera, como si nada hubiera pasado e intenté adaptarme a las circunstancias, haciendo oídos sordos con tal de mantener mi familia unida. Él seguía con sus empresas, sus viajes y sus salidas injustificables pero pensando en que mi hijo jamás tuviera que pasar por las penurias que yo pasé callé y soporté todo lo hizo falta.
Transcurrieron varios años hasta que me acostumbré a pasar largas temporadas sola, con mi niñito y el servicio, me fui habituando a vivir sin él excepto cuando venía de visita, se convirtió en un extraño que reclamaba una esposa los días que pasaba en casa. Intenté cumplir con las que, consideré que eran mis obligaciones siempre que regresaba y fruto de ello, nacieron mis otros dos hijos, lo mejor que he tenido.
Con el tiempo y las, cada vez más frecuentes y largas ausencias, de algún modo me hice fuerte y aún siguiendo inexplicablemente enamorada o enganchada a él, no lo sé... era cada vez más consciente de que a pesar de que, materialmente tenía todo lo que cualquiera desearía, me sentía vacía. A la vuelta de uno de sus viajes le expliqué cómo me sentía y creyó que montar un negocio para mí me animaría, pronto me ilusioné con el nuevo proyecto y, como no podía ser de otro modo, gastó miles y miles de dólares para que todo fuera a mi gusto. Por aquel entonces, quise creer que convertir mi sueño de tener una pastelería en realidad, me mostraba lo mucho que aún me amaba, hoy estoy segura que era una artimaña para mantenerme ocupada, callada y quién sabe si también para blanquear el dinero de sus sucios negocios.
Salir a la calle, conocer a otras personas, gente nueva fuera del circulo de sus amistades y colegas me hizo descubrir otra realidad, me acercó a mujeres de mi tiempo, mujeres que vivían en una realidad muy alejada de mi "prisión de oro y brillantes".

Había perdido la cuenta del tiempo que había pasado desde la última vez que se marchó, cuando recibí la llamada de uno de sus hombres de confianza. Algo muy grave debía pasar para que contactara conmigo a aquellas horas de la madrugada... Tomamos café a primera hora de la mañana y me contó que, mi marido llevaba una doble vida, que tenía mujer e hijos en Florida. No sé si me importó demasiado, aunque no fue agradable escuchar la historia, al fin y al cabo, estaba acostumbrada a estar prácticamente sola con mis hijos pero, tengo que reconocer que si fue lo que despertó mi deseo de saber con quién realmente me había casado y ahí se abrió la caja de pandora... ojalá hubiera dejado todo tal y como estaba, ojalá nunca me hubiera casado con él, ojalá jamás le hubiera conocido!!
Encontré de todo tipo de asuntos turbios, armas, drogas, timos... y mucho mucho dinero, cuanto más indagaba, peores cosas encontraba pero lo que realmente me asustó fue ver mi nombre en numerosos documentos, el suyo, no aparecía prácticamente en ninguna parte. Quise correr a la policía pero sentí terror de pensar en la idea que me separaran de mis hijos así que decidí recoger todo lo que pudiera i huir con mis pequeños. Pensé en volver a mi pueblo pero sabía que sería el primer sitio al que acudiría a buscarme así que pensé en ir dirección a Canadá. La aventura duró tan solo unas semanas porque los contactos y el poder del "señor" Conde alcanzaban mucho más allá de lo que podía imaginar... Se llevó a mis hijos y yo tengo más de dos semanas en este desván, acabé una jarra con un poco de agua que encontré en este oscuro y polvoriento  cuarto, lo único que he podido ingerir y por más que grito, no acude nadie, ni siquiera oigo más que algún pajarillo... ya no me alcanzan las fuerzas para más que escribir estas líneas y rezar para que mis hijos no corran la misma suerte.
Si algún día esta carta fuera leída por alguien, si alguien lograra, algún día acertar quién son mis hijos, mi mamá, mis hermanos... sólo díganles que lo siento y que los amo."

No sabría decir el tiempo que pasó hasta que puede articular un solo músculo, las lágrimas resbalaban desconsoladas por mis mejillas ante la triste historia de una mujer desconocida que por superarse, por dar a sus hijos una buena vida, siguió al hombre equivocado y perdió la suya... Únicamente retumbaba en mi cabeza la idea de que algo debía hacer y, desde entonces, intento encontrar a una familia a la que entregarle el mensaje del remitente de SU ÚLTIMA CARTA.



domingo, 19 de octubre de 2014

Querida amiga...

Querida amiga,


Nos conocemos hace años y lo nuestro fue un "flechazo" de amistad, tan distintas y al mismo tiempo tan iguales, congeniamos enseguida. No hace mucho hablábamos de lo difícil que resulta a veces, ser al 100% uno mismo con alguien y menos cuando lo acabas de conocer, poderse decir cualquier cosa sabiendo que quien tienes en frente sólo quiere lo mejor para ti y contigo eso pasó desde el minuto cero.


¿Cuántas veces hemos recordado las vacaciones en Menorca? A pesar de los malos ratos que me hizo pasar el maldito juicio, guardo aquellos días en mi memoria como algunos de los mejores de mi vida. Horas y horas tostándonos al sol, tu antiguo descapotable... momentos irrepetibles sin duda.


Después de aquel verano, han pasado muchas cosas, hemos derramado algunas lágrimas por pérdidas, por amor, por desamor y siempre que te he necesitado has estado a mi lado, de esa forma tan tuya, tras un escudo que descubrí hace tiempo que esconde un corazón blandito lleno de amor sólo para quien lo merezca, con palabras, a veces duras pero siempre sinceras. Por mi parte, he intentado estar a la altura a pesar de que mis carencias y apurillos no siempre me han permitido seguirte el ritmo, supongo que me entiendes... Sólo me gustaría que, durante este tiempo te haya llegado lo que ahora te escribo, que valores mi amistad tanto como valoro yo la tuya. Espero haber sabido demostrarte todo el cariño que te tengo.


Con la nuestra, entendí que la amistad no es estar pegada la una a la otra siempre, si no estar cuando tu amiga te necesita. Que no es necesario llamarse todos los días para que los lazos se mantengan vivos porque, al reencontrarnos, es como si nos hubiéramos visto ayer.


Últimamente tengo la sensación de que estás distante, molesta por lo que pasó hace unas semanas y sabes, me da mucha pena, me quita literalmente el sueño, ya sabes que soy muy sentida para estas cosas, quizás un poco tonta o "bleda" como dirías tú, pero me resigno a dejar enfriar una amistad como la nuestra por terceras personas que son importantes para nosotras, cierto. Quizás esté equivocada y sólo necesitas un poco de espacio o de tiempo, no me extrañaría conociéndote... Te daré lo que necesites, como he intentado hacer siempre, pero no olvides lo que hemos compartido, se que tu tampoco quieres perderlo.


Con tus locuras y en pelotas, hablando a "grito pelao" en el restaurante, sin vergüenza a casi nada, así es mi amiga del alma, la que escucha mis quejas y tolera mi mal humor, testigo en primera fila de mi mala leche, siempre está ahí y tu, si me silvas voy! Sentadas en la barra de un bar con un par de vino blanco nos reímos del mundo.


A pesar de que a veces no he estado muy de acuerdo con tus decisiones, siempre he intentado entenderte y respetar los caminos que tomaste, aunque no lo viera claro, callando cuando era necesario y cantando las cuarenta al que se atreviera a soplarte si tu lo necesitabas.
Con todo esto sólo quiero que sepas que sigo estando ahí para todo, para echarnos unas risas, para hacerte una fideuá, para pasarte pañuelos de papel si lloras desconsolada, para acompañarte y protegerte si una noche no te quieres quedar sola, si tienes miedo... Estoy contigo amiga!










miércoles, 15 de octubre de 2014

UNA NOTA EN EL CAFÉ




Hay días de esos que parece que todas las preocupaciones que tiene una, se le vienen encima como un enorme cubo de agua helada que no cesa de caer sobre ti, te empapa y te congela... Pues ayer por la tarde me cayó a mí el maldito cubo, tuve uno de esos momentos de agobio en que el posible enfado de una amiga que no contesta a mis mensajes, la incertidumbre de no saber si el dichoso inquilino va a dejar el piso la próxima semana, ni si pagará todo lo que me debe, algunos que otros apurillos económicos y las ansias de volver a nuestra casa cuanto antes, me dejaron paralizada y con la moral sujetada con pinzas para no ser arrastrada como un trapo por los suelos.

La paralización mental y me atrevería a decir que, incluso física, me duró un par de horas después decidí meterme en la cama a ver una película con la esperanza de, por la mañana verlo todo mucho más claro e intentar solucionar cada una de las cuestiones.

He pasado una noche... no sé cuantas cosas habré llegado a soñar, me despertaba y al volver a dormirme un sueño distinto hasta que finalmente, hacia las seis de la mañana, he cogido un frío espantoso, a pesar del chándal que me he colocado sobre el pijama no podía descansar por el temblor de mis piernas y el titiriteo de los dientes, ni hecha una bola y con las sábanas tapándome hasta la cabeza lograba entrar en calor, ni siquiera podía pensar en todos los problemas que anoche me preocupaban, estaba completamente helada. Suerte que, un alma caritativa, mi vecino de la litera de arriba ha ido a buscarme una buena manta y abrazándome he conciliado el sueño hasta que ha sonado el despertador.  

Por la mañana con los ojos casi pegados todavía, e intentando atinar el trayecto de la cucharilla desde el azucarero hasta la taza de café sin derramar nada, levanto la mirada y me encuentro esta nota:

" Tengo que decirte que te quiero.
Estoy muy orgulloso de ti, siempre has creído en mi, incluso cuando el resto me ha dejado solo, nadando contra corriente, arriesgándolo todo y, aún no estando totalmente convencida, has creído en mi.
Valoro el sacrificio que has hecho y estás haciendo, siempre lo tendré presente. Todo irá bien.
Te quiero"

Entonces una se da cuenta de que hoy, ya todo va mejor. Ha vuelto a salir el sol y, si dejamos a un lado la sociedad consumista en la que vivimos, tengo todo lo que necesito.






martes, 7 de octubre de 2014

BYE BYE LOVE


A ciertas edades o, al menos tras la primera, segunda o a lo sumo, tercera decepción, uno toma consciencia de que el amor no es de color de rosa y que las relaciones hay que cuidarlas porque nada es fácil, aprendes que una pareja es cosa de dos, no de uno solo, que hay que adaptarse, comprenderse, ayudarse... Y aunque mi experiencia personal es buena y soy bastante feliz, últimamente estoy viendo y, sobretodo oyendo unas cosas, que me están dando francamente pavor!


Como os he contado en otras ocasiones, trabajo justo al lado de un restaurante de esos de categoría, de los que uno no se permite todos los días, a menos que tengas mucha pasta, pues bien, aunque ya sabéis que soy un poco... valeeee, siiii cotiiiilla, en el trabajo, voy a lo mío la verdad, pero a veces es inevitable oír determinadas cosas y más si la gente alza la voz...


Hace unos días, estaba yo en la parte de dentro de la tienda, preparando unas publicaciones en el ordenador, cuando oí a un matrimonio discutiendo. Levanté la vista un momento porque realmente pensé que pasaba algo y proseguí con  mis tareas pero, la cosa no quedó ahí... La pareja debía de tener cincuenta y bastantes y ella, en un tono de desprecio total decía:
- Si es que no sé qué coño hacemos juntos!
- No tenemos nada en común!
El marido respondió, supongo, pero a un volumen que no podía entender y de nuevo ella:
- Si, gilipollas, eres gilipollas!!
Yo no daba crédito a lo que estaba escuchando, en plena calle... pero es que después, pensando, me preguntaba por qué seguían juntos? por qué salían a comer y menos a un sitio como este...?


Presencié una escena que, pasados los treinta (incluso los veinte), estaba del todo fuera de lugar, cómo personas adultas siguen comportándose como críos? Respeto todos los puntos de vista, formas de ser y decisiones pero qué necesidad hay de estar aguantando a quien no soportas, porque no se soportaban, eso está claro.


Otro episodio similar ha ocurrido esta misma mañana, los personajes de las mismas características, creo que eran una pareja distinta... Hoy también era ella  la que increpaba al hombre. La mujer le estaba metiendo una bronca monumental, no se lo que habría hecho él pero le decía:
- Siempre igual, te he dicho que no y es que no!!
- Siempre me haces lo mismo!
Al pobre señor ni se le ha oído palabra, solo he visto como intentaba tranquilizarla poniéndole la mano sobre el hombro, mientras caminaban hacia el coche y me ha dado la impresión que ella lo apartaba. Este me ha dado un poco de pena, le he visto la cara de pocker intentando arreglar la situación y tonarse al instante en impotencia.

Llegados a este punto, pienso: "Jooo cómo somos las mujeres..." "Qué mala leche, no?" pero parece ser que este era el día para escribir una entrada como esta porque al poco rato, salgo a fumarme un cigarro y se acerca otra pareja, ella es una mulata, centro americana creo recordar, clienta mía muchísimo más joven que su acompañante, uno de esos sesentones mal conservados, regordete con pelo canoso y puro de los grandes en la boca siempre. Ella se me acerca, saluda y me dice que cuando salga de comer vendrá a ver las novedades mientras él, entra directo hacia el restaurante. Pasada algo más de una hora les veo salir, la chica sonriente, se dirige a mi local mientras el hombre, con su enorme puro casi consumido todavía en la boca, da los primeros pasos justo en dirección contraria, camino al coche, ella llama su atención para entrar y él la agarra por el brazo y la obliga a marcharse. Me dio un poco de lástima por ella, salía tan contenta... Y entonces he pensado: "qué tipo tan estúpido! Tiene una mujer de bandera a su lado y la trata como si fuera un perro..."

De estas, ahora me viene a la cabeza otra anécdota, otra pareja del estilo, ella rubia no demasiado deslumbrante pero muy guapa que viene con un marido, viejo, de esos calvos con cuatro pelos largos mal puestos para disimular su evidentísima alopecia y puro también. ¿Será cosa de los puros? ¿Eso es lo que hace a los hombres idiotas? No pienso permitir que mi chico encienda un puro nunca mas! Bueno, pues esta última, la pobre no tiene ni voz ni voto, viene, se prueba toda la ropa que le gusta y se compra lo que le dice el marido, eso si, paga él! Faltaría más... Algo bueno tendría que tener el hombre! 

Cómo me asustan estas cosas que veo... Y me pregunto ¿Se caduca el amor? Bufff qué mal rollo!!!


Chic@s con pareja, chic@s que penséis tener pareja: NO DEJÉIS QUE VUESTRO AMOR SE PUDRA ASÍ JAMÁS!!!