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jueves, 8 de mayo de 2014

EL VIAJE







Viernes 27 de enero. Me despido del trabajo por unos días, un trabajo que me tenía inmersa en una ya casi insoportable saturación física y sobretodo sicológica, necesitaba un descanso y por fin, había llegado el momento.

Llego a casa, enciendo el televisor mientras empiezo a preparar las maletas, una noticia llama mi atención y corro hacia el salón. No me lo puedo creer la compañía aérea que nos ha de llevar hasta Madrid se ha declarado en quiebra y ha cancelado todos sus vuelos… No me lo puedo creer!! Tomo el teléfono desesperada:

-Cariño no te lo vas a creer la compañía aérea ha cancelado todos los vuelos!!

- A ver, tranquila. No me lo puedo creer… Déjame que llame a la agencia y confirme que es cierto y si no que nos den una alternativa. Tranquilízate ahora te digo algo.

Todos los intentos fueron en vano, el viernes por la tarde a última hora parece ser que todo el mundo se esfuma y resulta imposible encontrar un alma que te solucione ningún problema, o al menos problemas de este tipo.

Los minutos y las horas iban pasando y se nos acababa el tiempo para encontrar el modo de llegar a Barajas. Ninguno de los dos íbamos a permitir que aquel viaje que habíamos programado con tantas ganas se truncara por una maldita compañía aérea ni por nada.

Sábado 28 de enero de 2012. Las maletas están listas, nos vamos en coche a Madrid. Son las cuatro de la mañana, a penas hemos dormido y hace un frío impresionante pero no importa, nos vamos!!!!

Cinco horas prácticamente sin parar que se me pasaron volando, yo nunca había estado en el “pueblo”, si en el pueblo, eso es lo que tiene casarse con un Dominicano, que cambias lo de irse a un pueblecito de Cuenca o de Jaén, sin ánimo de menospreciar a nadie, por pegarte más de diez horas de viaje y bajarte en el Caribe. Estaba emocionadísima por conocer a los abuelos, primos, tíos, el lugar donde nació y… El Caribe! Yo que no había salido de Europa…

Finalmente llegamos a barajas, hacía un helor en pleno mediodía que calaba los huesos pero ahí íbamos los dos, cargados hasta las cejas más contentos que unas castañuelas.

Durante el vuelo, pusieron dos películas pero sonaban como una música de fondo, Alberto emocionado y sorprendentemente elocuente estuvo prácticamente todo el trayecto relatando historias y recuerdos de su infancia en su Quisqueya natal y planeando todo lo que queríamos hacer en los próximos días para no dejarnos nada mientras yo, que escuchaba sin perder detalle, miraba de vez en cuando, casi de reojo el dibujo de nuestro avión cruzando el atlántico en una pantallita.

“El comandante comunica que en breves momentos iniciaremos el descenso al aeropuerto de Punta Cana con una temperatura de 25º”, el corazón me dio un vuelco, por fin lo habíamos conseguido y además era como viajar al verano en pleno invierno, yo que viviría en verano todo el año...

Al bajar del avión un calor aplastante nos cogió por sorpresa y una especie de manta de humedad nos rodeaba por todas partes mientras, sin aminorar el paso nos íbamos despojando de algo de ropa de camino a recoger el equipaje.

Los siguientes días fueron un sueño, la alegría de la isla, la amabilidad y hospitalidad de sus gentes, sus playas paradisiacas…me enamoraron desde el primer instante.



El primer amanecer, apenas había salido el sol, no puede esperar más y caminamos entre casitas bajas, todas de diferentes y alegres colores hasta la playa, al poner los pies sobre la arena blanca, me detuve, miré al frente y allí estaba, un mar de aguas turquesas y cristalinas rodeado de palmeras inclinadas como las de las fotografías. No podía emitir palabra, miré atónita hacia todas partes, creo que hasta con la boca abierta, y no pude evitar derramar unas lágrimas de alegría, vale si, soy muy llorona pero es que estar allí era un sueño hecho realidad.

Aquel mismo día alquilamos un coche y nos fuimos a recorrer la isla, visitamos la república más rural, todos esos sitios donde no suelen ir los turistas, pueblecitos y aldeas del interior a los que se accedía por interminables carreteras llenas de socavones, por lo que supongo que yo cantaba aún todavía más porque no solté la cámara de fotos ni un momento.

Sonaba bachata a todas horas, es la deliciosa banda sonora del país, incluso una noche, debían ser las cuatro o las cinco de la mañana, cuando nos despertó una música, la gente sigue durmiendo o se levantan, bailan y después vuelven a la cama. Es maravilloso.

La experiencia de visitar un lugar tan bonito, diferente y lejano sumada a la emoción de la “primera vez“ fueron extraordinarias y jamás podré olvidar aquel viaje memorable ni nada de lo que allí vi y sentí.







4 comentarios:

  1. Hola Norita ¿cómo estás?. Me ha encantado mucho la nueva entrada de este blog, como en sí también en el nuevo look de tu página. ¡¡Te felicito!!. ¡¡Sigue así, querida y gran estimada amiga!!. Te mandamos infinitos saludos y abrazos argentinos toda mi familia, amigos y vecinos hacia toda tu familia, amigos, a todos tus queridos, grandes y estimados seguidores de tu blog y a tu querido gran país :).

    Nico :).

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  2. ¿Las fotos son tuyas?
    Pero ¿cómo os fuisteis?¿el mismo día en otra compañía ?
    ¿Spanair, verdad?

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    Respuestas
    1. Sii!!! Las fotos son un resumen del "megarreportaje" que hice durante el viaje. ¿Te gustan?

      Y efectivamente la compañía Spanair! El problema lo tuvimos en el trayecto Barcelona-Madrid, que nos enteramos el día antes de que habían cancelado los vuelos, casi me da algo te lo prometo pero una vez llegamos a Madrid (en coche) todo perfecto, aunque ya te digo, la improvisación nos costó un dineral y un montón de nervios que, a pesar de haber puesto la reclamación, no nos han indemnizado de ninguna de las maneras.

      Gracias de nuevo por tu cementario.
      Un abrazo!!

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