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jueves, 13 de febrero de 2014

GOTAS DE AGUA



Llegó la pequeña cuando apenas tenía tres años y solo quería cuidarla, enseñarla lo que ya había aprendido. La mayor una hormiguita responsable, la menor un torbellino de alegrías, una reflejo de la otra como dos gotas de la misma fuente, tan iguales, tan diferentes.

Jugaban, soñaban las niñas. Yo te enseño, tú me incordias. Yo confieso, tú me guardas el secreto.

Risas y llantos a la hora de la comida. Inventamos juntas el modo de pasar el tiempo, de pasar la vida. Tardes de invierno frente a la chimenea, primaveras corriendo en los campos, veranos de playa, otoños de escuela.

Crecieron las niñas, vidas distintas, vidas paralelas y cajas repletas de fotos que recuerdan el camino, recuerdan quién fuimos, quién somos.

Aunque a veces lejos, siempre tan cerca. Compartimos alegrías y lloramos juntas las penas, las pérdidas de los que se marcharon.

El paso del tiempo volvió las vidas algo más complicadas pero las niñas siguen allí, las confidencias, el apoyo, la misma complicidad. Ya no juegan, pero todo lo demás sigue ahí.

Una pilar de la otra, incondicionales siempre, para todo.

Gracias por preocuparte siempre, por encontrarme cuando me pierdo, por escucharme cuando necesito compartir, por abrazarme y secar mis lágrimas en los momentos bajos.

Hoy revivo con emoción y alegría nuestros juegos, nuestras risas, el campo, la playa, la nieve... nuestras fotos.


Hermana, amiga, columna sin la que no se mantendría en pie nuestra casa, gracias.

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