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martes, 27 de mayo de 2014

DESDE UNA SILLA



Las vueltas que da la vida… uno no es consciente en el día a día, con el movimiento natural de la tierra alrededor del astro solar, pero sin más, en un segundo todo puede girar y los problemas desaparecen para que obstáculos mucho más altos se interpongan en tu camino y ocupen su lugar.

Jugó como los otros niños, hizo trastadas, escondió los juguetes a sus hermanos, los hizo rabiar, enojó a su mamá, fue un adolescente alegre y valiente como los demás, saboreó la emoción del primer beso, se enamoró, estrenó un viejo coche de segunda mano, consiguió un empleo, viajó, rió, contrajo matrimonio con la mujer que amaba, tuvo un hijo… Lo había hecho prácticamente todo menos afrontar la vida desde una silla de ruedas.

A veces, cuando crees que no se puede caer más bajo, sigues cayendo, te ves tirado en el suelo, sin poder moverte, sin saber hacia dónde tirar y la gente te mira como si estuvieras loco, como si fueras tonto mientras tu cabeza funciona perfectamente, como la de cualquiera de ellos. Sientes impotencia, una impotencia que exteriorizas con un chiste, con cualquier cosa absurda siendo muy consciente de cada una de tus palabras y de las de ellos. No eres sordo y mucho menos imbécil.

No me quito de la cabeza una foto, una foto de hace años, unas vacaciones en la costa de levante, debimos de ir todos, no lo recuerdo muy bien. Pero apareces, debías de tener veintipocos, plantado de pie, de pie en medio de una piscina, con el agua a los tobillos con un cuerpo atlético como los de los anuncios, bien plantado, amplia sonrisa y de pie. Pienso en esa foto al mirarte, cuando te quedas callado pensando, cuando hablas, cuando dejas entrever el recuerdo de lo que fue aquella sonrisa.

No puedo ni imaginarme cómo se ve la vida, irremediablemente desde esa perspectiva pero admiro tu fuerza y sobretodo tu buen humor, no los pierdas nunca.





7 comentarios:

  1. Un reflexión llena de sensibilidad. A pesar de la dureza de lo que narras me ha gustado leerte.
    Lo cierto es que no podemos imaginar lo duro que tiene que ser que la vida te cambie de una manera tan grande, que tengas que aprender a ver la vida desde una silla de ruedas.
    Saludos

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    1. Solemos pecar de hablar sin saber, porque es muy fácil opinar y el "yo haría" cuando no es a uno al que le pasa y en cualquier ámbito de la vida las cosas hay que vivirlas para ver cómo actúas, estoy convencida de que muchos nos sorprenderíamos de nuestras propias reacciones por ser contrarias, tal vez, a lo que siempre habíamos pensado.

      El caso de quedarte impedido por el motivo que sea, se escapa a cualquier imaginación pero lo que está claro es que hay que "echarle un par" para afrontar los problemas cotidianos sumados a una situación así.

      Muchísimas gracias por tu comentario.

      Un abrazo.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Hola Norita ¿cómo estás?. Es un tema muy interesante y quiero compartir junto con todos ustedes una experiencia que casi quedo inválido, en silla de ruedas. Hace cuatro años atrás en el año 2010, en el mes de julio fuimos con toda mi familia a visitar tanto a mis queridos tíos como en sí también a mis primos a un pueblo que se llama "La Falda" y que está muy lejos de la provincia de Córdoba Capital, aquí en Argentina en donde actualmente y hace varios años atrás, estamos viviendo con toda mi familia.

    Cuando en ese preciso y mismo día llegamos a la plaza a la cual estaban trabajando mis tíos, me fui corriendo hacia las hamacas y empecé al principio un poco fuerte, luego cuando continuaba hamacándome cada vez más fuerte, sin querer mis manos que estaban siendo transpiradas por los nervios que tenía, mientras que aún yo observaba como en la hamaca que estaba cada vez más fuerte, sin querer me solté de la hamaca, me caí al suelo y cuando me quise parar sentía que mis piernas casi no me respondían. Menos mal que mi tía que se llama Lidia "La Pochi", me vio tirado y ella comenzó a llamar urgentemente a mis papás para que me alzarán y me llevaran a la casa rodante que estaba estacionada en ese lugar. Cuando ingresé a la casa rodante, cuidadosamente mi padre me sentó sobre una de las sillas de la casa de mis tíos y esperaba con el correr de unas horas a que mis piernas pudieran responderme", pudieran volver a utilizar mis piernas de nuevo.

    Pasados unos largos e interminables minutos, cuando intenté pararme de nuevo solo y a bajarme nuevamente de la casa rodante, mis piernas de nuevo comenzaron a funcionar y cuando observé que mis piernas respondían nuevamente, de a poquito empecé a caminar hacia donde estaban mis padres para no volverme a subir de nuevo a las hamacas.

    Desde ese exacto y mismo día que casi perdí la movilidad de mis piernas, cuando me siento en las hamacas. Nunca más volví a hamacarme de nuevo, por este susto que tuve.

    Te mando infinitos saludos y abrazos argentinos toda mi familia y amigos, tanto para vos como para toda tu familia, amigos y vecinos :).

    Te queremos mucho, querida Norita :).

    Nico :).

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  4. Qué susto Nico! A mi me pasó algo similar hace años haciendo snowboard pero por suerte tampoco fue nada más que el susto.

    A veces pienso que estas cosas son como un aviso para que valoremos lo que tenemos, lo triste es que a algunas personas sufren accidentes o lesiones que van mucho más allá de un aviso y se convierte en su nueva difícil realidad.

    Un abrazo

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  5. Muy bueno para reflexionar. Gracias por compartir. Buen dia!!

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    1. Gracias a ti por tu comentario.
      Feliz dia y un abrazo!

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