Mynorita Mynorita Mynorita Mynorita Mynorita Mynorita

Mynorita     Mynorita      Mynorita      Mynorita     Mynorita      Mynorita

miércoles, 28 de enero de 2015

CÓMO OLVIDAR?

 
El otro día estábamos un par de parejas conversando, distendidamente durante una cena, sobre la vida, las relaciones entre las personas... ya veis, temas profundos con una botella de vino blanco por medio, y cada uno exponía sus experiencias y opiniones. Después de que nosotras compartiéramos algunas decepciones que habíamos sufrido hacía meses, o años, tal vez, uno de los chicos le dijo al otro: "tío, no te engañes, las mujeres no olvidan".
 
"Tío, no te engañes, las mujeres no olvidan", la frase me ha hecho pensar y es que por más que me pese, creo que tenía razón. Alguien me dijo no hace demasiado que hay que perdonar y realmente me puse en marcha para "lavar los trapos sucios" que durante años, consciente o inconscientemente, habían quedado ahí como enquistados y realmente me quité un peso de encima... Perdoné a personas que me habían hecho daño para que el rencor no me bloqueara, ni me pusiera mala leche, en definitiva pero lo cierto es que aunque ya no quede ni un ápice de rabia en mí hacia esas personas, no soy capaz de olvidar como aseguran ellos que son capaces de hacer... 
 
Perdonar alivia, cierto, y además, con el tiempo te das cuenta que el rencor sólo pesa al que lo sufre así que mejor deshacerse de él cuanto antes. Aún así reconozco que cuando alguien a quien tienes aprecio te decepciona o simplemente te hiere de alguna manera, en el fondo, nunca dejas de esperar una explicación, una disculpa, o lo que sea...
 
¿Cómo lo hacen los que olvidan? El ejercicio de perdonar lo tengo aprendido, saber disculpar, intentar comprender por qué la gente hace depende qué cosas en determinados momentos, compartir el peso de la culpa porque quizás uno también contribuye, a veces, a que las cosas ocurran de una forma u otra. Puedo perdonar y hasta pasar página, deshacerme del rencor y seguir adelante pero, ¿olvidar? ¿Dónde tenemos nosotras el botón del "reset"?
 
 
 
 
 
 

miércoles, 21 de enero de 2015

LO QUE TÚ QUIERAS... HASTA QUE QUIERA YO!!


¿ Es un tópico que casi todos los hombres casados o, incluso los que aún no pasaron por la vicaría, hasta los, simplemente emparejados, acaban por decir que hacen siempre todo lo que dicen sus mujeres y que ellos no pintan nada? Que son unos calzonazos, vamos!! Ay pobrecitos... ¿Y qué de cierto tendrá eso? ¿Será solo un mito?

 
A ver, aceptémoslo, nosotras solemos ser un poco... vaaale, si.... mandonas pero es que a veces pretenden salir a la calle con unas pintas que para qué... ¿A quién se le ocurre ponerse el chándal para ir a cenar? O ¿Es que no ven que en pleno diciembre, a cinco grados, no es lógica una manga corta por la calle? Que te vas a congelar muchacho!!!
 


Las chicas acostumbramos a acabar siendo la cara sensata de la pareja, la mamá y es que, si no fuera por eso... ¿ A dónde iría a parar el mundo? Un poco de orden hay que poner y para eso se creó la mujer!


Mucho se quejan algunos pero, en el fondo me parece que ya les está bien o, quizás tengan razón, puede que algo de cierto haya, seguro que muchos están convencidos e indignados por tener que asumir "irremediablemente" el papel, ¿Verdad chicos?
Pero, no os engañéis mujeres!! Esto será así mientras le cocines los platos que le gustan, le elijas la ropa para pasear contigo o, incluso para trabajar, por eso de que así no se tienen que comer ellos el tarro, pero, cuando vaya a salir con sus amigos... Prepárate: SE ACABÓ!! Porque llegarán los "es que no puedo poner lo que yo quiera", "así voy a gusto", "es que siempre tengo que hacer lo que tú digas" y un sin fin de etcéteras... Aaaah!!! ¿Entonces ya no te necesita? Justo ahí es cuando les entra una profunda amnesia repentina, que les hace olvidar quién está 24 hora de enfermera de guardia cada vez que tienen 2 décimas de fiebre y parecen encontrarse al borde de la muerte...


Dicho esto y, después de reflexionar sobre el asunto, llego a la conclusión de que el mito del calzonazos no existe o, al menos, ni yo, ni ninguna mujer que conozca, se ha encontrado nunca con uno auténtico. Así que podéis estar

convencidas que el sumiso hombre de los calzones con el que compartís vuestra vida, los llevará bien colocaditos mientras le sea cómodo, pero cuando le interese, huirá despavorido rasgándose las vestiduras y correrá, en pelotas si hace falta, despojándose en un santiamén del traje de corderito que suele llevar!!
 
 
 

NOTA A MIS LECTORES MACHOS:
No os resistáis chicos, que aunque sabemos que el corderito con calzas, es solo un disfraz y podríamos apañárnoslas sin vosotros....
NO QUEREMOS HACERLO!!!!
 
 
 

martes, 13 de enero de 2015

EL ESCUDO. Parte II


Empezaba el verano, habían acabado las clases, el calor ya podía sentirse intensamente y los días eran más largos.

Marcos era un adolescente con la rebeldía propia de su edad pero, en lo más profundo de sus pensamientos, escondía inquietudes que distaban bastante a las de la mayoría de sus amigos. Sus deseos infantiles se habían transformado en sueños por los que lucharía hasta alcanzar, y una fuerza imperceptible lo empujaba, a veces inexplicablemente, hacia sus objetivos.

Una tarde, cuando empezaba a aflojar el sol, salió a tomar un poco de aire con su bicicleta, sentir como el viento chocaba contra su cara mientras pedaleaba a toda velocidad, le proporcionaba un sentimiento de libertad que ninguna otra cosa le daba y, se conjugaban todos los elementos para poner en marcha la máquina de su imaginación. Aquel día decidió tomar un camino nuevo, subió a lo alto de una pequeña montaña y desde allí optó por una ruta que desconocía, hasta llegar a lo que resultó ser un club de golf. Un enorme prado verde bajo sus pies, arboles, un canal de agua que moría en una especie de lago artificial, hombres y mujeres bien vestidos, con distinguido look deportivo y sus relucientes palos perfectamente ordenados en sus bolsas, un escenario inexplicablemente cuidado.

La vida de Marco era una vida sencilla y humilde pero el aire que se respiraba en aquel campo que descubrió inesperadamente una tarde de verano, lo cautivaron. No era envidia, ni admiración tan siquiera por aquellas elegantes personas que se divertían conversando y jugando a golpear una pelotita con el propósito de meterla en un hoyo... pero algo le llevó, durante algún tiempo, cada día a aquel lugar. Pasaron varias semanas hasta que, una mañana, mientras contemplaba el espectáculo, una bola calló cerca de él y un señor se acercó diciendo:

- Gracias chico. Por cierto, ¿Qué se te ha perdido por aquí?
- Nada señor, solo me gusta venir aquí y verles jugar. Contestó Marco.
- Está bien... Dijo poco convencido el hombre quien, tras dar unos pasos, se volvió de nuevo y preguntó:
- ¿Sabes jugar chico?
- No señor, nunca he jugado al golf.
- ¿Te gustaría aprender?
- Claro señor, pero creo que no me puedo permitir una afición así, todavía. Respondió prudente y emocionado al mismo tiempo.
Durante unos segundos, se hizo el silencio hasta que el señor bien vestido lo rompió diciendo:
- Mañana a la seis de la tarde te veo aquí chico.

Aquel verano Marco aprendió a jugar al golf y a codearse con adultos de la más selecta sociedad; Empresarios, ejecutivos, personas que poseían grandes fortunas y lujosas mansiones, personas con las que, de no haber sido por recoger una bola extraviada un día, posiblemente jamás hubiera llegado a conocer, personas de las que aprendió muchísimo, pues marcaron el inicio del rumbo de su vida.

Empezó de nuevo el curso y cada vez le costaba más asistir a las clases, resultaba mucho más atractivo volver al campo aunque ya solo quedaran unos pocos golfistas, echaba de menos las conversaciones de los hombres de negocios, sobre sus compañías, sus inversiones y, a su vez, para ellos era divertido contar, entre sus colegas, con un hombrecito curioso de no más de dieciséis años.

Las faltas de asistencia en la escuela eran cada vez más frecuentes y no tardó en llegar la primera carta de la tutora a los padres de Marco solicitando una entrevista para hablar de la problemática. Como era de esperar, Marco inventó mil excusas para escabullirse de la irremediable charla de sus progenitores pero nada pudo evitar que el control sobre él se acentuara notablemente.

La presión tanto en casa como en la escuela, lo ahogaban y, aunque podía llegar a comprender el comportamiento de los que le rodeaban y le querían, en ciertos momentos de serenidad, algo en su interior le quemaba por dentro, una especie de ira y rebeldía imparable luchaban contra su sentido común como si dos seres distintos habitaran su cuerpo. Después que la psicóloga social diagnosticara su actitud como normal y común en la adolescencia, los padres de Marco sospechaban que algo más le pasaba a su hijo...

Durante el curso, la cosa empeoró, Marco se fue encerrando cada vez más en su mundo y dando alas a aquello que, durante años había permanecido dormido y que, los últimos acontecimientos habían despertado como una fiera que tras el letargo se alzaba con furia. El chico era consciente de que con él convivía algo que le había acompañado durante mucho tiempo, desde su más tierna infancia... Pero últimamente luchaba por salir a la luz, por ser liberado y a penas podía pararlo. Empezaron a ocurrir cosas extrañas, cosas que no podía controlar, se comportaba de forma extraña y, en ocasiones decía cosas que en realidad no quería decir, o quizás si... podía llegar a ser grosero y maleducado sin darse cuenta, sin poder reprimir el impulso, luchando en una dualidad entre él mismo y lo que llevaba dentro.

El muchacho sentía que a veces no era él pero ese "no ser él" le hacía más fuerte, como invencible, capaz de enfrentarse a todo a pesar de su juventud y quiso saber más. Cada nueva experiencia, cada manifestación del ser o lo que fuera que lo había de algún modo ocupado, alimentaba más y más su curiosidad. Una noche, mientras sus padres dormían, se levantó, recorrió descalzo el largo corredor en medio de una prácticamente absoluta oscuridad, sólo podía verse el sutil reflejo de la luna en cuarto menguante, entrar por la claraboya de la escalera. Llegó a la biblioteca casi a tientas, dispuesto a encontrar respuestas entre las notas de papá, tenía el vago recuerdo de algunas historias que le contó la abuela acerca de ángeles, demonios, de seres imperceptibles a la vista de la mayoría que ocupaban los cuerpos de algunas personas...  Encendió la lampara del escritorio minuciosamente ordenado e impoluto, pensó que lo que buscaba quizás estaría en alguno de los cajones, los revisó uno a uno con especial atención, a excepción del último, estaba cerrado. La llave no estaba a la vista y, levantó la mirada, una gran estantería se levantaba delante de sus ojos repleta de libros de todos los tamaños y colores, se acercó y con el dedo índice recorrió los lomos de todos los ejemplares que quedaba al alcance de su brazo dibujando un angulo de noventa grados. Mientras tanto, en la habitación principal, algo despertó a Elena, la madre, sin encender la luz, abrió suavemente la puerta del dormitorio principal y asomó la cabeza, al fondo del pasillo la biblioteca y Marcos frente a los libros.

- Marco, hijo, ¿Qué haces ahí a estas horas? Susurró la mujer para no despertar a su esposo.
(Silencio) 
- Marco! Repitió, esta vez en un tono algo más alto sin obtener ninguna respuesta. Marco parecía estar completamente sordo y su madre avanzaba extrañada sospechando que quizás era sonámbulo y hasta entonces no se habían percatado... Justo antes de cruzar la puerta, se oyó un ruido a su espalda, Elena, se sobresaltó, miró atrás y al volver la vista hacia la biblioteca, Marco había desaparecido. La habitación pareció congelarse y un escalofrío recorrió su cuerpo, deshizo sus pasos por el pasillo, corrió hasta el dormitorio de su hijo asustada, abrió sigilosamente la puerta y allí estaba el chico, recostado tranquilamente en su cama con un libro en las manos. Se acercó todavía aturdida y agarró la cara de Marco para comprobar que estaba bien pero al cruzar la mirada con la de su hijo encontró algo que jamás antes había visto, ante ella posaba la más absoluta oscuridad, sus ojos eran totalmente negros y aterradores. Como si ante un fantasma se encontrara, el miedo caló sus huesos y un llanto desconsolado se apoderó de ella, ese no era su hijo. Durante unos segundos, la pobre mujer, atónita, no pudo ni pronunciar palabra, no lograba encontrar ninguna explicación a lo que acababa de suceder. ¿Cómo podía haber visto al chico, desaparecer y al segundo aparecer de nuevo en otro lugar? ¿Qué le estaba pasando a Marco?

- Mamá, ¿Qué pasa? ¿Estás bien? Volvió en si, pasados unos minutos.


Continuará....


* Para los que sintáis curiosidad por saber cómo empezó la historia, podéis seguir este enlace :EL ESCUDO

domingo, 11 de enero de 2015

SIEMPRE HAY ALGO QUE CELEBRAR


Hoy estamos de cumpleaños!!! El primer añito del BLOG DE MYNORITA!!!
 

Echando la vista atrás, no demasiado, para ser precisos 365 días, me doy cuenta que muchos son los objetivos alcanzados... el propósito era sencillo  y extremadamente complejo al mismo tiempo, compartir, crecer y sentirme mejor. Sin tener del todo claro a dónde me llevaría eso de escribir un blog, creí que, quizás, con MYNORITA podría acercarme un poquito más a la FELICIDAD.

Repasando la trayectoria de estos meses me asombro de cuánto ha cambiado todo, desde el frío y pasado enero de 2014, lleno de sentidas despedidas, largas reflexiones, caminos que volvieron atrás, ausencias, heridas abiertas... Hasta un cálido diciembre repleto de nuevos proyectos e ilusiones.

Esta aventura por la blogesfera me ha dado muchas alegrías, nuevos amigos y también  recuerdos que permanecerán por siempre compartidos, fragmentos y dibujos  de caricias y susurros, cálidos días de sol en pleno invierno, pies descalzos sobre la arena fría, sueños, soplidos de esperanza. Torbellinos de emociones. Reencuentros, "adioses" definitivos que tal vez un día se tornaran en "hastaluegos", mañanas escarchadas y atardeceres teñidos de rojo. Manos tendidas y abrazos.

Curioso cómo tantas cosas cambian en unos meses, en unos días, o tal vez en tan solo un segundo... realmente el secreto se esconde en nosotros, un cambio de actitud puede llegar  a girar el mundo o al menos, el minúsculo y a su vez infinito universo de uno mismo. Y todo esto lo he descubierto aquí.
 
Encerrada en mí, conversando en el silencio, buscando entre los misterios de pensamientos y sensaciones, me encontré. Redescubrí a quién logró contagiarme de su alegría y guiarme por un sendero menos tosco, más suave, lleno de claros y luces. Caminé entre las sombras y aprendí a sortear las dificultades, exprimiendo lo bonito de cada momento.
 
Algunos quedaron atrás, es cierto, unos para siempre, a otros, quizás los volveré a encontrar, no lo sé, pero aprendí a seguir hacia delante, recordando sin mirar demasiado atrás. Derramé lágrimas por casi todos ellos, saladas gotas de añoranza, tal vez de tristeza... lágrimas que no evitaran que la orquesta siga tocando, amenizando cada puesta de sol y cada despertar.
 
En estas fechas todos nos solemos marcar propósitos para el nuevo año, personalmente estoy casi segura que difícilmente dejaré de fumar los cinco o seis cigarrillos que tan a gusto me regalo al día, ni me apuntaré al gimnasio y si lo hago, no iré más de dos días por semana muy probablemente , seguiré disfrutando de atracones de comer lo que más me gusta y si surge una reunión con amigos, no me importará ir a trabajar habiendo dormido a penas tres o cuatro horas. Al fin y al cabo, esos propósitos no dejan de ser algunos de los placeres de la vida... así que he decidido no privarme de ellos, seguiré buscando, seguiré trabajando para alcanzar, cada día un poco más, lo que empecé el año pasado y cada vez viviré más cerca de a lo que un día le puse por nombre FELICIDAD.

Gracias a tod@s los que habéis caminado junto a MYNORITA estos meses, a l@s que os habéis incorporado durante el trayecto y a l@s que estáis por llegar.
 
 
Feliz año 2015 a tod@s!!!